sexta-feira, 13 de abril de 2012

DE CIDADES E PROFESSORES


A pedidos, vou publicar o texto da semana passada no original, isto é, em espanhol. A professora já o avaliou e devo dizer que não me saí mal. Antes, porém, gostaria de fazer um breve comentário.

Passei grande parte de minha vida em salas de aula, como professora. Talvez por deformação profissional, eu ache que estar ali, mais que à frente, junto aos alunos é tarefa muito além do especial. Há um ditado conhecido que diz: Quem sabe faz. Quem não sabe ensina. Ele é a prova inequívoca de como há pessoas equivocadas. De  que se pode passar pela vida sem aprender nada, só se achando o máximo porque sabe fazer alguma coisa.

Quem ensina sabe (ou precisa saber!) e mais que isso, não se acomoda em seu saber. Quer mais. É curioso. Se põe à prova. Arrisca.

Quem ensina sabe (e como é bom saber!) que está participando com o outro. Está junto. É parceiro de vitórias e mão amiga e solidária nas derrotas.

Quem ensina aprende... E por isso pode fazer cada vez mais. (Precisa fazer cada vez mais neste nosso país que muitas vezes se satisfaz em fazer... Fazer por fazer... Sem reflexão e olhar crítico... Um fazer de tarefeiro e não de criador.)

Voltar à sala de aula, como aluna, é talvez a maior forma de me exercitar como professora. Sentir o que meus alunos sentiram. A insegurança. As pequenas alegrias. No texto da semana passada, eu me perguntava: Que nota a professora vai me dar? Será que era isso mesmo que ela queria? Imagino quantas vezes meus alunos se fizeram estas perguntas. E me pergunto se fui suficientemente solidária e atenta a seus temores.

Então, antes de transcrever o texto, quero dizer que sempre tive muita sorte com meus mestres e, hoje, ter como um deles uma menina (para mim é menina), formada pela Universidade de Salamanca me ajudando a rever coisas, me ensinando muito e, principalmente, me fazendo pensar é uma grande alegria.

Quem sabe faz... Quem ensina... Faz duas vezes.

Entonces... Passemos ao texto. E para quem gosta do jogo dos sete erros, aquela coisa de encontrar diferenças em coisas que parecem iguais, informo que apesar de ser o mesmo texto, por estar em outra língua apresenta pequenas modificações. Se quiserem brincar... Têm aí uma oportunidade.

LA CIUDAD POSIBLE
Laura me ha pedido que escriba un texto sobre una ciudad. Un texto lírico, casi poético… No tengo ganas de hacerlo. No tengo ganas…
¿De que ciudad puedo yo hablar? ¿De Rio? Es demasiado obvio. Vivimos aquí. La conocemos con sus contrastes e ilusiones. Tan maravillosamente cruel. Tan cruelmente bella. No…
¿Quizás Caracas? Pero he hablado tanto de allá. La ciudad y su mágica montaña donde guardé tesoros hechos de sorpresas y mucha felicidad. No… Tampoco Caracas es una buena opción.
Y, de repente, me veo  cruzando calles estrechas con sus aceras de piedra. Estoy ahora en Roma. E poco a poco mi silencio de turista solitaria se pierde en la ruidosa ciudad.  Roma es mi ciudad. Abierta. Inmensa. En cuyas calles y plazas se diluye la Historia. Roma es hecha de monumentos y gente y tráfico y nostalgia. Fundada por una loba, tiene el  alma salvaje.   
Y después una ventana. Y es a través de ella que miro la neblina de afuera. Todo gris. Todo. ¿Dónde estoy?   ¿Estoy en Londres? No, es Liverpool con su muelle y su comercio. La ciudad de la que me hablaba mi padre  y donde reveo ahora a mi abuelo caminando entre los pájaros. Hay un fuerte olor a moho y scones recién hechos.
Continúo caminando hasta llegar a una colina. De su cumbre puedo ver un río, el mar, otras tierras, otros tiempos. Estoy ahora en Lisboa. En su Castillo construido por el viento. La ciudad diseñada por poetas, líricos navegantes épicos con brújulas y mapas hechos de sueños.
Cruzo entonces El Atlántico y me entrego a nuevas tierras. Estoy ahora en Salvador de Bahia mirando sus viejas casas atrapadas por el tiempo. Se caen como podridos frutos que a nadie interesan.
Camino un poco más adelante y en Cartagena de las Indias, en su ciudad amurallada, me liberto.   Me pierdo en un montón de colores,  de sus frutas, de sus preciosas piedras. Tengo un brevísimo encuentro con Gabu. Tomamos un poco de ron y hablamos de  novelas y de cuentos.
¿Qué otras tierras puedo visitar? Otras ciudades con sus barrios y su gente. No lo sé. Sin embargo veo ahora que en este viaje en palabras,  los recuerdos, las memorias se convirtieron en adobe y construyeron un lugar. Con sus casas, con sus calles, con sus fuentes y sus parques. Con sus jardines y puentes.
Esta es mi Ciudad Posible donde a veces me acuesto.  Como una mágica alfombra es tejida con hilos sutiles y frágiles: mis recuerdos, unas fotos, mucha nostalgia e historias. 
Esta es mi Ciudad Posible. Mi puerto de llegada. La casa donde habito.

(Para Claudia Blanco que me ensinou a dar os primeiros passos na língua espanhola e para Valéria França que sabe muito bem ensinar a ensinar.)
(in pblower-vistadelvila.blogspot.com)

3 comentários:

monica disse...

Precioso!
Bjs
Mônica

Celina disse...

E de cidades e de professores nós entendemos... E ser professor é tão milagroso e fértil! Ser professora foi sempre será a minha profissão. Mesmo quando a aluna sou eu, pois "ensinar" a mim mesma é o desafio, quotidianamente presente. E o melhor é sempre estar em estado de aprendizagem, degustando descobertas.Mas o melhor é que vou poder comentar esse texto com você, ao vivo e a cores,AGORA!

Eulalia disse...

Amei o texto!
Um colorido diferente em cada língua.
beijos!